Todo el mundo tiene una trialera imposible, hasta que un buen día deja de serlo.
¿A quién no le ha parecido difícil montar en bicicleta sin ruedines la primera vez?; o ¿a quién no le ha parecido difícil tirarse a la piscina de cabeza la primera vez?
La primera vez para todo, de sobra es sabido, es muy dura, pero en la mayoría de los casos gratamente satisfactorio cuando se logra el objetivo.
El enduro te va absorbiendo poco a poco hasta tal punto, que un buen día descubres que no haces más que mirar a un lado y a otro de la carretera cuando vas en coche, buscando caminos, senderos o trialeras, que te gustarían probar un día con tu moto y un par de colegas.
Lo de la trialera "imposible" es algo que queda entre tu moto y tú, por que si lo cuentas por ahí estas perdido, este mundo funciona como el de las porteras, y si tus amigos se enteran de una pifia, caída tonta o simplemente que se te caló la moto a la salida de un charco, tienes coñas hasta la siguiente temporada.
A medida que te vas haciendo más experto con el control de la moto en los sitios mas complejos, crece dentro de ti esa inquietud por desafiar a la gravedad, y no me refiero a los saltos, que para eso nos queda un largo camino… aún, si no a subir esas trialeras pronunciadas llenas de surcos y piedras, producidos bien por la propia meteorología, o como en la mayoría de los casos por nosotros mismos, novatos sin control que creemos que se sube a base de acelerar y quemar neumático, produciendo esos surcos que a su vez hacen la trialera más "imposible".
-…"Ya es tu enésimo intento y deseas con todas tus fuerzas subirla de una vez sin parar, sin empujar la moto, sin arrastrar la moto, sin terminar pegando patadas a la moto por que no sube la maldita cuesta (error, la culpa en el 99% de los casos es del piloto), y decides afrontarla sin miedo, sabes que está justo ahí, detrás de la doble curva, un escalón de piedra y 42% de pendiente, con piedras y tierra suelta, esperándote, medio risueña debido a tus últimos 14 intentos fallidos."…..
-.... zapatazo a la derecha, dos más a la izquierda mantienes el gas, pero las bielas se están acordando de toda tu familia y en especial de ese hermano mayor que un buen día te enseñó a montar en moto. Cambias sin embrague y gracias que lo has conseguido, perfilas los últimos 25 metros en una velocidad demasiado corta para tus fuerzas que hace que la moto comience de nuevo a despegar, esta vez demasiado, y tú en un golpe de suerte, después de pisar dos piedrecillas, consigues subir los pies a las estriberas, consiguiendo una foto de revista que dejas a todos los colegas callados.
Ni que decir tiene que al quitarte el casco tienes que hacer un comentario despectivo e infravalorando la trialera, cada vez más posible, para dar por sentado que no ha sido un golpe de suerte.-
Resumiendo y si has sabido leer entre líneas, lo mas importante es tu decisión para afrontar los pasos mas complicados, con un cierto equilibrio con la sensatez, no el más loco va a pasar mejor los sitios, y sobre todo inercia.